viernes, 27 de septiembre de 2013

Whatever Nro 13: Anticasper

















Anticasper editó a fines de 2012 su primer LP: Armónicus daltónicus. Un álbum fresco y sorprendente que posiciona a los cordobeses como una de las bandas más prometedoras de la escena  indie, gracias a su particular modo de composición tanto musical como lírica.

Anticasper suena a Anticasper. Si, es cierto que a lo largo de los 9 temas de Armónicus daltónicus escuchamos reminiscencias de infinitos géneros (psicodelia, noyse rock, pop) y artistas (Radiohead, Sonic Youth, Velvet Underground). Pero la banda logra combinar este bagaje musical de una manera tan personal y desprejuiciada que el resultado es único. En un mismo tema podemos escuchar guitarras distorsionadas, pasajes folk, riffs agresivos y ritmos funk, generando armonías y melodías impredecibles que se fusionan de modo natural.

La lírica termina de dar forma al extraordinario mundo que crean estos cuatros cordobeses. Letras absurdas, irónicas y divertidas permiten que Anticasper hable de cosas tan cotidianas como videojuegos, Rambo o la sinceridad sin caer en lugares comunes. Mientras se escucha cualquier tema del álbum, pareciera que las palabras solo están para acompañar o reforzar los climas que la banda genera. Pero escuchando atentamente descubrimos una singular y espontanea manera de contar la realidad.

Quienes hemos visto la banda en vivo sabemos el trabajo que le debe haber significado a David Fontana (voz y guitarra), Federico Kenis (guitarra y coros), Nicolás Garriga (bajo) y Pablo Olmedo (batería y coros) captar en el álbum el sonido atmosférico, enérgico y a la vez emotivo que caracteriza a sus actuaciones en vivo. 
Otro dato interesante es que el álbum se editó y se distribuye en colaboración entre los sellos Ringo Discos (Córdoba) y Polvo Bureau (Rosario).

La primera vez que alguien escucha Armónicus daltónicus queda felizmente desconcertado, no se sabe hacia dónde puede mutar el tema o a donde llevará el siguiente acorde. Tampoco podría adivinar nunca que la siguiente frase que se entone va a ser: “tengo una carta de Zaira Nara”.
Fuera de todo prejuicio, de todo lugar común, de toda uniformidad, ahí se encuentra Anticasper.-

/ Por Nicolás Morelli

*Para escuchar Anticasper, hacé click acá.

 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Whatever Nro 13: San Dimas
















Nacidos como un grupo con una evidenciada tendencia post-rock, San Dimas logró amplificar el vuelo de un estilo reposado con canciones espontáneas y una lúcida instrumentación, logrando deslizarse por terrenos experimentales con natural fluidez.

La ciudad de Rosario siempre estuvo representada por artistas que se mueven fuera de las aristas clásicas. En los últimos años las bandas de “La Chicago Argentina” supieron diferenciar su estilo e idiosincrasia de los grupos porteños y sus oleadas homogéneas. Sin hablar de un margen de músicos sino de una tendencia enfatizada y en ascenso es que podemos encontrarnos con bandas que incurren en estilos poco frecuentes; uno de ellos, el post-rock. Así tenemos a Experiencia Nube, Ovulating Hummingbirds, Aeross, y a San Dimas unidos dentro de un mismo género pero diferenciados en el trato compositivo y musical de sus canciones. 

Con casi diez años de carrera San Dimas se erige como la primer banda rosarina de post-rock, mote precario para un grupo que se anima a mezclar estilos - en congruencia con su estirpe instrumental -, que los llevan de la música surf al krautrock filtrado por un nimbo psicodélico por momentos oscuros y por otros relucientes.

Con dos discos editados baja el ala de ese gran colectivo de artistas que es Planeta X, San Dimas rompe con su música el molde y la idea de aquellos que consideran al post-rock como un estilo desapasionado, de aburrida intelectualidad. El grupo comanda un viaje sonoro en el que las bases propulsan un camino invadido y acentuado por las notas de una guitarra precisa, conectada al hondo destello de teclados galácticos y juguetones.

En Cosas de la casa (2007), el grupo presentaba un sonido introspectivo, hipnótico, viajero, de textura y tintes sombríos (“Marcial”, “Metrónomo”, “Cosas de la casa”), perfil que cambio en La música y las cosas (2012), donde la banda da lugar a una psicodelia más melódica (“Juegos artificiales”) y se emparenta con estilos más clásicos: el sonido garage-surfero (“Corta cuerdas”, “Construcción”).

El tiempo hizo de San Dimas un grupo con aptitud para fusionar estilos con radicalidad sin sonar predecibles, abasteciendo de sonidos distintivos su música, un logro siempre destacable en el ambiente musical.-

/ Por Lucas Lapalma

*Para escuchar a San Dimas, click acá

lunes, 23 de septiembre de 2013

Whatever Nro 13: Wire



















Aprovechando la reciente salida de su decimotercer disco de estudio, Changes becomes us, realizamos un breve repaso por la historia de Wire, una de las bandas más influyentes surgidas de la escena punk.

Jugando un poco con su nombre, Wire representa una buena parte del cablerío melómano del corazón de muchos. Y para corroborarlo, existe gente como The Minutemen, R.E.M, Sonic Youth, The Feelies, Blur, Elastica, y Franz Ferdinand, entre otros. 

Casi terminando el año 1977, el cuarteto londinense saca su primer disco, Pink flag, disco fundamental, que algunos críticos no dudarían en calificar como “el disco más original de la escena punk reinante en esa época”. Canciones muy cortas (la más larga dura apenas 3:59 minutos), rápidas, agresivas, llenas de ganchos y buenas melodías, pero siempre dentro de un marco minimalista, simple y crudo.
 Al año siguiente, con el lanzamiento de Chairs missing, se meten de lleno en el post-punk, al igual que muchas bandas de la época. Suman efectos de guitarra, añaden algunos sintetizadores, alargan un poco las canciones, recrean atmósferas más densas y oscuras; en resumen, evolucionan hacia un sonido más complejo, pero siempre manteniendo las raíces punk. En 1979 lanzan su tercer disco, 154, con el cuál refinan la propuesta de su segundo disco, y terminan de cerrar una trilogía perfecta. Sin embargo, luego de este disco, la banda se separaría por varios años, lapso en el cual participaron de diversos proyectos musicales, incluso compartiéndolos, pero con nula trascendencia. 

Se reunirían en 1985, orientando su música hacia sonidos mucho más electrónicos, editando 6 álbumes entre 1987 y 1991, antes de volver a separarse. Como es evidente, fue una etapa prolífica, aunque más inconsistente, siendo A bell Is a cup de 1988, el disco que realmente se destaca de ese período. 
Luego de un largo hiato, en el 2003 sorprenden con el lanzamiento de Send. Posteriormente, configurados como trío, lanzarían Object 47 en 2008, y Red barked trees en 2011, (éste último, recomendadísimo). 
Para continuar por la buena senda, en marzo de este año lanzaron Changes becomes us, genial disco, con el espíritu post-punk que tan bien representaron en los ’70. Sin lugar a dudas, una gema que ningún fan de la banda debería dejar pasar.-

/ Por  Lautaro Albarenque

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Whatever Nro. 13: Parquet Courts















Parquet Courts vuelve a tomar la posta del sonido efectivo e impúdico que tanto nos gusta escuchar del underground rock. Con la salida de su disco debut “Light up gold”, el grupo nos hizo olvidar del presente infortunado de The Strokes y sus consecutivos clones en la actualidad.

Difícil es vaticinar a esta altura del año qué discos entrarían entre nuestros favoritos del año. Ok, quiero avisarles que este redactor pone sus fichas en el álbum debut de Parquet Courts (Light up gold) como uno de los candidatos al top 20 en lo que respecta a lanzamientos y/o revelación de 2013.
¿Por qué se merecen un lugar en el altar sagrado de las listas armadas a fin de año? Porque supieron encontrarle una nueva vuelta de tuerca al sonido del rock de guitarras modelo 2.0 escapando de los clichés y trucos ultra agotados por la seguidilla de bandas post-Strokes, construyendo un universo autosuficiente plagado de canciones con buenas fibras armónicas. 

Provenientes del estado de Texas pero residentes en New York, la banda cuenta entre sus filas con Andrew Savage (guitarra y voz), único músico con antecedentes dentro de la escena independiente americana con un pasado revelador al frente de los grupos Fergus & Geronimo y Teenage Cool Kids. Andrew demostró como líder su buen gusto para la composición en cada proyecto que integró y con Parquet Courts dejó en claro que él y sus compañeros de banda son hábiles creadores de hits de menos de 3 minutos.  

Light up gold es adictivo; melódica y líricamente encantador, urgente, entretenido! El grupo sabe como transformar una idea en una satisfactoria canción con poder inmediato sobre nuestras reacciones de movimiento.
Quince canciones en 33 minutos, un record que combina letras cargadas de ironías y referencias al drug&roll, más un ajustado set de canciones cortas dominadas por una artesanal y contundente inventiva de sus dos guitarristas. Algunas referencias inmediatas podrían ser Wire, The Fall, Television o The Ramones. Sus influencias se dejan escuchar pero aún así el grupo logra un sonido particular sin caer en el plagio. Por esta razón sus temas reaniman la escucha del álbum. Directas al podio: “Borrowed time”, “N Dakota”, “Stoned and starving”, Tears o plenty”, “Master of my craft”. Caso aparte el de “Yonder is closer to the heart” que ya viene acompañada de ese misticismo especial que llevan los hits que trascienden con los años.
Parquet Courts moviliza, te sacude, pide más volumen, repeat e ingreso en las grandes ligas a fuerza de un gran potencial compositivo como banda.-

< Por Lucas Lapalma


:: Para escuchar Parquet Courts hace click acá

 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Whatever Nro 13 - Editorial: Combat rock















Desde que en la música se concibiera un mercado para comercializarla, nunca pudo saberse a ciencia cierta cuál era el fin que esta cumplía en los consumidores: culturizar, entretener, comunicar, reflejar una época? Miles de etcéteras pueden añadirse tratando de encontrar la definición correcta o la que más se acerque a nuestra creencia ideológica con respecto al tema.
Podemos ponernos analíticos y decir que los mejores grupos de la historia de la música (con vinculo al rock) fueron aquellos que supieron romper con lo establecido, logrando autenticidad genuina, hasta el punto que una generación de jóvenes sintiera el deseo de volcarse a una nueva corriente de renovación que promueva otros conceptos, ritmos, sonidos, presentando otra manera de pensar el futuro.

Así y todo el reflejo paradisíaco siempre posee un entramado que conlleva a una encrucijada de ideales. 
Cuando las nuevas tendencias y el quebrantamiento se convierten en moda, en moneda corriente, la sutileza pasa a ser denominador común y la gracia pierde fuerza. Ahí es cuando la industria se encarga de hacer populares y convertir en dinero la transgresión, haciendo de la música un negocio con redituables ganancias. 

De ese comienzo con Elvis a la cabeza hasta nuestros días, la cultura rock se vio dividida entre los que piensan que con la popularidad y las ventas un artista se desvaloriza y pierde su mística, hasta los que creen que con la popularidad se alcanza el éxito y la trascendencia pretendida sin traicionar ningún principio artístico, sólo haciendo lo que a ellos les gusta: componer canciones para que un público las consuma a sabiendas que estas pueden ser las responsables de lograr el status y divismo clásico del rock star. Acá la joden los músicos: en el reposar absoluto de una seguridad popular que las ventas y la trayectoria crean, los artistas pierden totalmente la rebeldía y fuerza de choque contra lo que se oponían, contra aquello que les parecía falso y por cual debían contraponerse. Y es que entonces uno debe preguntarse si con la madurez del músico sus ideas cambian o si sus necesidades humanas lo hacen cambiar. Frank Zappa (irónicamente) en los 60’s titulaba a su álbum Sólo estamos en esto por el dinero, en una clara alusión al espíritu vanguardista-liberal, de cambio y apertura mental que las bandas de los 60s pregonaban, pero también haciendo saber que en todos existía una gran hipocresía: creemos en el cambio, somos el futuro, vivamos en un mundo libre, pero dennos nuestros cheque, nuestras drogas y las chicas, que sin ellas el mundo es un lugar horrible.

En la actualidad nada parece haber cambiado. Todo lo que alguna vez fue provocador con el tiempo terminó edulcorándose. Ni siquiera hablemos del estancadísimo estado de nuestro “rock nacional” donde todos quieren ver acrecentar sus cuentas y en nombre del rock las bandas propagan un patetismo y vacío ideológico, conceptual y musical que desde hace años se encarga de empantanar a los pibes en una parsimonia involutiva repitiéndoles una y otra vez las mismas melodías (pero en diferentes canciones) compuestas para asegurar su propio éxito en las FM y así tomar rédito de aquellos que ya están abducidos por las empresas y mercados de consumo.

El rock no está muertos chicos, es tiempo de que los bichos raros comiencen a apartar a los dinosaurios y reactiven el espíritu de rebeldía que alguna vez caminaba de la mano junto al rock. -

> Por Lucas Lapalma