viernes, 30 de marzo de 2012

Whatever Nro 11: Smoke Sellers










Si existiera un spaguetti westerm espacial, los cordobeses serían la banda de sonido ideal. A poco tiempo de sacar un nuevo y conceptual álbum (Music don't leave me alone with my head), te presentamos a estos guerreros del low-fi.

Smoke Sellers vigoriza su rock de guitarras con psicodelia made in sixties, distorsiones filosas como las que destilaban las bandas proto metal, y un empastado  glam/rock a lo T-Rex o Bowie. La fórmula da resultado, se incrusta con facilidad en nuestros oídos. El primitivismo alcanzado en el sonido de sus canciones los diferencia bastante del resto los grupos surgidos en las nuevas escenas - los Sellers se graban y producen sus propios discos, teniendo muy en claro como quieren sonar. De igual manera esto les posibilita editar sus álbumes con una periodicidad deslumbrante. El año pasado publicaron su tercer disco Low-fi warriors, y a mediados de marzo saldrá Music don't leave me alone with my head, la primera parte de tres volúmenes que verán las luz a lo largo del año. Todo esto en tan sólo cuatro años de carrera, mérito no sólo de su líder y compositor Gonzalo “Chalo” Ávila, un entusiasta implacable con una inventiva sin límites, sino de la banda que en cada una de sus canciones logra una consistencia sonora asombrosa.
Los SS tienen conocimiento de lo que significa y significó la cultura rock, así que no descuidan ni por un momento el concepto de banda, realizando videos promocionales en congruente con los diseños old fashion de sus portadas de discos y teniendo absoluta noción de cómo representar el espíritu del grupo mediante lo visual. Varios de sus clips se pueden ver en la red por YouTube, sus discos pueden descargarse gratuitamente, una regla o política que los Sellers mantuvieron desde sus comienzos: “El formato cd esta muerto hace rato, yo bajo música hace años y no le voy a pedir a la gente que actué diferente. Sueño con un futuro donde el artista venda su obra sin intermediarios y a un precio justo, pero hasta q eso llegue vamos a ofrecer nuestra música free”, deja en claro Chalo. Por medio de esta difusión, el grupo llegó a tener (excelentes) reseñas de sus discos en los blogs más significativos de música indie de habla hispana, hasta llegaron a impactar más por su sonido fuera del país que acá mismo. Una historia que podría revertirse siempre y cuando el centralismo de difusión deje de pasar sólo por lo que los medios capitalinos y las discográficas quieran vendernos o cuando de una vez por todas nos demos cuenta que no sólo lo de afuera (en apariencia) es mejor. El rock habla un solo idioma, no tiene fronteras, y masividad no es sinónimo de calidad. Abramos los oídos, por favor, no dejemos que nos dejen sordos con repeticiones que se vuelven costumbre y se encargan de definirnos un gusto. Tomemos elecciones, informémonos, aprendamos… acá les presentamos a los Smoke Sellers, ahora corre por su cuenta decidir si les gusta la banda cuando la escuchen.- 

 >  Por  Lucas S. Lapalma

martes, 27 de marzo de 2012

Whatever Nro 11: Mark Sultan
















Mark Sultan es una de las principales figuras de la escena garage punk canadiense, venerado y mimado por lo que demostró ser en sus años como músico: un compositor vivaz y deleitable.

A mediados de los 90s la Blues Explosion comenzaba a  replantearse los sonidos revoltosos y sucios del rock&roll. Unos años después los White Stripes agrandarían el camino y una camada de grupos con aire vintage y primitivo sacudía las nuevas escenas. Entre ellos, aportando su granito de arena, se encontraba el músico Mark Sultan con sus incorregibles bandas: Les Sexareenos, Spaceshit, Almighty Defenders (junto a los Black Lips), y los increíblemente buenos King Khan 6 The BBQ Show (donde Mark cantaba, tocaba la guitarra, y al mismo tiempo con sus pies hacia la percusiones)
Hoy, al igual que en ese entonces, Mark sigue sacudiendo con acordes el espectro rockero. Alejado de las listas hypeadas de bandas y solistas under, compuso y editó el año pasado un álbum doble: Whatever  I want, y Whenever  I want, repleto de canciones de corta duración, en las que demuestra como con muy poco se puede obtener resultados emocionantes, vibrantes y nostálgicos.
Mark gusta mucho de los sonidos retro y de las canciones con sonido a la vieja escuela del rock’n’roll y el r&b, moviéndose con soltura entre el garage punk y el surf pop. Su fórmula es básica: guitarra, bajo, batería y voces, con eso le alcanzó para esculpir un disco a la vieja usanza. Grabaciones caseras que el propio Mark se encargó de tocar instrumento por instrumento con una sujeción asombrosa, además de cantar en casi todos los tracks.
Podríamos definir a Sultan como un artista con espíritu salvaje que entrega su alma y todo lo que puede en cada canción, llegando a dejarnos atónitos aún con la simpleza instrumental que cuentan gemas fascinantes como “Never coming home”; “Graveyard eyes”; “Not another day”; “Apophis to the slaughter” o “In future words”.
Estos trabajos editados solamente en vinilo ya cuentan con una recomendable compilación lanzada a fines del año pasado intitulada Whatever/Whenever, que resume en tan solo 13 canciones el idílico trabajo realizado en su disco doble por este nuevo viejo animador del garaje rock que merece más que un poco de atención. –

> Por  Lucas S. Lapalma

viernes, 23 de marzo de 2012

Whatever Nro 11: Yankee hotel foxtrot - 10 años























Un disco que casi no sale cumple 10 años y demuestra lo poco que saben las grandes discográficas del arte de hacer canciones sin fecha de caducidad. Riesgo, cortocircuitos y autenticidad en la obra cumbre de Wilco y Jim O´Rourke.

“Un opus desaforado, un salto al vacío, una producción arriesgada y canciones que te cortan la respiración”.
Las palabras de CJ Carballo sobre Yankee hotel foxtrot son grandilocuentes, inmensas. Sin embargo, con el disco sonando, uno puede comprobar que ese énfasis reviste una precisión inobjetable que no peca de exageraciones y describe (sí, describe) el espíritu irreverente de una obra tan contundente como particular.
Basta con tomar una sección al azar de cualquiera de las canciones del álbum para darse cuenta de que ese “salto al vacío” es una realidad constatable, presente en cada pista grabada y en cada idea materializada. Algo que se percibe en cada detalle detrás de una producción sin dudas, arriesgada y al límite tanto en lo humano como en lo musical.
De hecho, todo queda expuesto desde el comienzo en la inclasificable “I am trying to break your heart”. Con instrumentos que van y vienen por el espacio y partes libradas al azar atravesadas por el raspado de un encordado de piano, la canción es una fotografía perfecta del momento del grupo: un caos organizado en el que conviven el genio compositivo de Jeff Tweedy, los aportes de Jim O’Rourke (en aquel momento, el quinto miembro de Sonic Youth) en la ingeniería de sonido, la presencia intermitente del multiinstrumentista Jay Bennet - que se terminaría yendo del grupo antes de la salida del disco - y una banda fragmentada en términos de convivencia. No obstante, ese clima de aparente indefinición ofrece, también, un terreno amplio sobre el que se despliegan arreglos heterodoxos y gestos propios de la música contemporánea que remarcan dos valores fundamentales que circulan durante todo el álbum: la libertad creativa y el riesgo permanente.
Gracias a eso, canciones en apariencia accesibles como “Kamera”, “War on war”, “I’m the man who loves you”, “Pot kettle black” y “Heavy metal drummer” -auténticos hits deudores del folk-rock y la tradición Beatle-, logran salirse de la media a partir de distintos matices y accesorios (percusiones, cuerdas, sintetizadores, instrumentos “fuera de lugar”) que enriquecen el paisaje y subvierten la dinámica clásica entre estrofa y estribillo.
Al mismo tiempo, canciones más tranquilas como “Ashes of american flags”, “Radio cure”, “Poor places” o “Reservations” trabajan en otra sintonía y reviven las sensaciones presentes al inicio del álbum. La construcción minuciosa de cada plano sonoro y el trabajo de experimentación a partir de una base instrumental sencilla (batería, bajo, guitarra acústica y piano) vuelven a resultar indispensables. A partir de esta combinación, el espacio se ensancha y el pulso lento deja lugar a una serie de texturas y colores que, con su presencia discontinua, modifican abiertamente el sentido de cada canción al desnudo y renuevan la experiencia de manera constante, en cada nueva parte.
Pero, como si se tratara de otro disco completamente distinto, Yankee hotel foxtrot también tiene entre sus filas a “Jesus, etc.”. Y en esa pieza queda demostrada no sólo la capacidad autoral de Tweedy, sino también, la virtud de la banda para mutar de formato y actuar en función de las cualidades de una canción en particular. La melodía del comienzo, la aparición multiplicada de las cuerdas y la voz principal son algo único en el contexto del álbum y enriquecen el espectro de manera definitiva, convirtiéndose, además, en el momento más singular y sobresaliente del disco.
Por eso, y aunque, paradójicamente, este lineamiento estético que hoy celebramos fuera “responsable” - por su supuesta falta de potencial comercial - del virtual congelamiento del disco a finales de 2001 y la banda haya tenido que buscar un nuevo sello para poder editarlo, la lección es clara. Yankee hotel foxtrot es un disco hecho sin ningún tipo de concesiones ni miramientos externos y el resultado sigue siendo contundente tanto a nivel artístico como a nivel discursivo. Sus canciones son pequeños desafíos musicales en los que, además, se proyectan las virtudes y las desgracias de un grupo humano en plena ebullición. Sin embargo, ese nivel de honestidad es el que, precisamente, hace de este álbum algo tan especial y poderoso. Algo capaz de “cortar la respiración” de cada oyente y, al mismo tiempo, dejar en silencio a una buena parte de la industria discográfica.-

> Por Juan Manuel Pairone


miércoles, 21 de marzo de 2012

Whatever Nro 11: Una pared impalpable

:: La Berlin trilogy de Bowie ::


















Entre 1976 y 1979, una histórica dupla formada por David Bowie y Brian Eno se unió para trabajar en una serie de discos, luego bautizada como la "Trilogía de Berlin". Ahí aparecen no sólo algunos “éxitos”, sino toda una filosofía de trabajo y producción alternativa y experimental que merece ser contada.

Ya por la mitad de los 70´s Bowie había remezclado y mutado su propio standard una cantidad importante de veces, bien en concordancia a una vasta serie de influencias extra musicales que iba pretendiendo acrecentar, del mimo de principios de década, al coleccionista de arte y adorador de Murnau y el cine alemán de paredes inclinadas y techos altos.

En 1976, una especie de viaje paralelo (químico y mental), había comenzado al editar un disco corto, pero concreto y único: Station to Station. Pero el año siguiente superaría sus propios límites. Para empezar, produciría y co-compondría dos discos de Iggy Pop (Lust for life y The idiot, que se volvería una obra invalorable de culto). Y después, trabajaría a su vez en dos discos propios, en conjunto con Brian Eno, estrellándose así con una explosiva muralla de ideas y formas de trabajo, que, pensada en principio, pretendía proponer esa infinidad de soluciones a lo que representan los problemas de producción y los baches inspirativos. Parte en parte nos detendremos.

Low (1977) es la primera colaboración. Y a la vez, una obra de altas cumbres. Es un disco claramente dividido en dos partes, claramente delimitadas. El lado 1 con su carácter de canción, y el 2, casi totalmente instrumental, hipnótico. Es en ese punto donde dispara el ex Roxy Music. Hacía dos años (desde su Another Green World), Brian Eno venía trabajando en la creación a partir de sus cartas de estrategia oblicuas: una serie de naipes símil tarot que eran tiradas cuando existía algún intríngulis en el proseguir. A pesar de no ser él el productor, su presencia fue decisiva dado tanto magnetismo. Low es un disco sin nada al azar, conceptual, en el sentido de una búsqueda de los tiempos que se toman para poner toda la carne al asador. No hay ningún tipo de arrebato, de apuro, puede verse la calma con la que se espera entren las melodías, detalle que las convierte en absolutamente inolvidables (“Sound and vision”, por ejemplo). Todos esos esquemas están genéticamente adheridos a la serie de paisajes instrumentales que termina de coronar un ambiente maravilloso cargado de calma ruda y texturas salvajes.

Tomaría una fórmula un tanto más opresiva la directriz de “Heroes” (1977) (si, no olvide la comillas). Más allá del éxito de su canción homónima, tiene una identidad densa, oscura, síntoma contagiado por su grabación, en un estudio a metros del muro, custodiado por soldados, en el brote psicótico de una era que aseguraba ser la portadora del apocalipsis inducido por la guerra nuclear. Tomando el nombre de una canción de Neu!, terminaba de afianzarse la influencia del Krautrock en la dupla (también nótese el homenaje a Florian Scheneider, de Kraftwerk, en la canción “V-2 Scheneider”). En verdad, este es el único disco grabado y mezclado enteramente en Berlín. También acompañado de piezas instrumentales, específicamente encajadas, Eno plaga por todos lados su impronta en el manejo de sonido, al igual que (jamás olvidarlo) Tony Visconti, artífice absoluto de la producción en la discografía de Bowie. Los detalles técnicos de cada canción son inabarcables, muchos un misterio, verdaderos ejemplos de innovación y maestría de la manipulación sonora, acompañando a un David Bowie que escupe cual ser metamórfico melancolías mohosas (“Sons of the silent age”) y algunas esquizofrenias (“Blackout”). En fin, “Heroes” podrá ser más aclamado, pero es hijo de la genialidad seminal de Low.  

Seguiría para concluir Lodger (1979), con unos Bowie y Eno ya desgastados entre ellos, pero no faltos de potencia. A diferencia de sus predecesores es un disco mucho más potable, enfocado al pop, con una accesibilidad más alta, dado que no tiene espacios instrumentales. Pero no deja de ser otro trabajo con un esfuerzo experimental destacable. El concepto que separa las caras esta vez circula en base a tópicos de las letras, con órbitas de viaje, personajes un tanto desentrañables y algo de obsesión con la crítica hacia la civilización occidental. A partir de ahí, Bowie tomaría una riendas más enfocadas al mercado comercial, pero faltaba un rato todavía.-

> Por Luis Meinberg

jueves, 15 de marzo de 2012

Whatever Nro 11





















:: “No fun”, canción de la banda The Stooges, perteneciente al álbum The Stooges, editado en el año 1969.

:: A partir de hoy podés pasar a buscar en la ciudad de Santa Fe la edición nueva de Whatever ::
:: Siguiendo la línea de las ediciones anteriores, y con las mismas inquietudes de siempre, se amotinan las palabras como lanzas intoxicadas del séquito incorregible de redactores: Sparröw V.M., Simon On, Pai, Pupper, Sugar Kane, Fide, y Kevin Hunter.
:: A disfrutar amigos, que no es  para menos.

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 > Para conseguirlo (con total seguridad) en la ciudad de Santa Fe:

* Hunab Ku (San Martín 2047, local 2)
* Genesio Tattoo (Galería Colonial, frente a Megaforce)
* 1973 Tattoo studio (San Martin 2084, Gal. saguir - local 45)
* AMR (Salvador del Carril 1512)
* Experience Tattoo & body piercing* (9 de Julio 2009)
* Del Otro Lado Libros (25 de mayo 2889)
* Junin Sessions (Junin 2682)
* Fuori Di Testa  (9 de Julio 1874)
* Dylan (San Martín 2171, Gal. Sol Garden)
* Calaveras y Diablitos (San Martín 2185, Gal. Arbol solo, local 33 y 34)
* Spiderman (San Martin 2185, local 21)
* Megaforce (Galería Colonial, local 33)
* 22 Shirt (Salta 3095)

 > Universidades, bares, cineclubes, otros locales del centro de la ciudad también lo tienen... búsquelo, anímese a preguntar por él y si no lo tienen exija su ejemplar.

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 :: Con el correr de los días vas a podér encontrarlo en las ciudades de: 

 > Esperanza:
* La Viola Music (Sarmiento 1973)

 > Rafaela:
* Chivas Body Art (San Martin 577)
 > Rosario:
* Music Shop (Sarmiento 780)
> Paraná:
* Satori (25 de Junio 214)
* Breyer Disqueria (San Martín 814)
* Terco Tour (Corrientes 367)

 > Córdoba:
* Centro Cultural España Córdoba (Entre Ríos 40)
* Lado B musica (Tucumán 105) ***
* La Lupita/Quinto Elemento Tatuajes (Galeria via Nueva / 9 de julio 333, local 19) 
* The Velvet-Fashion Store (Galería Paseo del Sol/ 9 de julio 150, local14 )

> Capital Federal:
* Baccaro Planet (Emilio Mitre 955)
* Infierno Rock (Rivadavia 11428 Loc. 33, Liniers)
* La Cueva Musical (Lavalle 744)
* La Cueva Musical (Pueyrredon 1537)
* Locuras (Rivadavia 2734, Once)
* Thor - Samy Record (San Martin 2450, Paternal)
* Under Rock (Rivadavia 7055 Loc. 77)
* Locuras (Cabildo 2606, Belgrano)
* Sr Rock (Murature 15 V. Madero)

> Gran Buenos Aires:
* La Fusa (Alsina 86, Ramos Mejías)
* Fuera de Sektor (Boedo 266 Loc. 10 Galería Centerlom)
* El Búho (Arieta 3606, San Justo)
* Laser Rock (25 de Mayo 178, Morón)
* La Caberna Tatto Studio (Juncal 840, Merlo)
* La Cueva (Peatonal 9 de Julio 1250 Loc.7, Lanús)
* La Cueva (Peatonal 9 de julio 1558 loc. 25, Lanús)
* La Esquina Rock (Presidente Perón 1662, Gal. Paseo
de los fabricantes loc. 19, San Miguel)
* Asesino San Miguel (Tribulato 1149 loc. 38)
* La Rockería (Constitución 530 - entre Ituzaingo y
Gral. Pinto, San Fernando)
* La fusa (Moreno 539, Quilmes)
* Osiris (Gaspar Campos 5314, Jose C. Paz)
* Ragna (Valentín Gomez 4821 Loc. 17, Caseros)
* Tilcara (Granaderos 5006, Jose C Paz)
* Rock – A  (Los Ceibos 89, Boulogne)
* Ragged Music (Constitución 481 Loc. B6,  San Fernando)
* El Sabbath (Av. Alte. Brown 1586, Don Torcuato, )
* Yery Rock (Av. Hudson 1135, Florencio Varela)
* Hatefull (Lisandro de la torre 1440, galería el pasaje loc. 24, Berazategui)